lunes, 30 de marzo de 2009

PRIMER CUENTO DEL BLOG!



Hola amigos, les dejo aquí el primer cuento del blog, escrito por mí. Espero que lo disfruten:


"POR LA BOCA MUERE EL PEZ"

Era una buena noche para salir. Se trataba del primer viernes de Enero, hacía calor y sin duda que no daba para quedarse encerrado en casa, con el ventilador al máximo y viendo la repetición del reality por la TV. No había nadie en casa, su señora había ido de visita al sur, donde sus padres. Los niños, veraneando con el club de los scouts y finalmente, el perro internado en la clínica veterinaria listo para su esterilización.

Sin duda que después de la oficina el señor Cuevas no querría soportar el fatídico encierro de esa soledad consumidora. Bebió el último trago de cerveza de la lata que tenía al lado del sofá, cogió sus llaves y se entregó al morboso placer de ser un viudo de verano en la ciudad.

Las luces del barrio rojo atraían al cuarentón como un foco atrae a las polillas. Había sexo por todos lados, donde miraras había un dejo de atracción dionisiaca, humo de cigarro y música envolvente, placer culpable, como redes tendidas a un cardumen de peces. De pronto el señor Cuevas se adentra a uno de estos antros, “el matapiojos”.

Dentro, se le cuelga una platinada y escotada mujer, de facciones prominentes, curvilínea por donde se le mirara, eso sí, con ojeras y algo de arrugas. Se notaba que había trabajado en estos lugares desde hace mucho tiempo. “Busco a mis amigos, es uno flaco de bigote y otro gordo y calvo” le dijo el señor con trato distante y con una mirada extremadamente moralista, defendiendo el decoro. Antes de que ella le dijese algo, sus dos amigotes lo llamaron desde la barra. “Cuevas, qué bueno que viniste, ahora que la señora no está, tenemos que aprovechar de distraernos entre hombres”. El señor Cuevas sólo sonrío a sus dos colegas de la pega, se le notaba incómodo y era evidente que era primerizo en esto de las salidas entre amigos.

Volaron las cervezas y las mujeres del recinto se les insinuaban descaradamente. Cuevas estaba bastante nervioso, él se casó muy joven y de allí que se ha mantenido fiel a su señora, sin embargo, en todos estos años, jamás habían estado separados. Para los veranos viajaban juntos, aprovechando que Cuevas pedía sus vacaciones, así que no se despegaban ni a sol ni a sombra, pero este verano le fue imposible hacer la misma jugada y tuvo que tragarse sus lágrimas de macho sometido y dárselas de varón moderno, cocinándose, llegando solo a casa y tratando de no cortarse las huinchas por no poder tener su arrumaco nocturno para desatar sus pasiones en las noches de calor.

“Ya pues Cuevas, supongo que esta noche fijo que te lanzas tu canita al aire ¿o no?” le decían los muchachos, pero Cuevas tartamudeando les aseguraba que él era fiel y no pretendía romper su promesa ante el altar por nada del mundo. “Vamos Cuevas ¿ni una sola vez te has acostado con alguien que no sea tu mujer?” le insistían, a lo que el viejo, preciándose de su feliz matrimonio y de su costosa argolla, aseguraba que jamás caería en tal bajeza, por mucho que extrañara a su esposa, él la esperaría durante las tres semanas que durara su viaje.

Durante la conversación, la rubia de la entrada no paraba de coquetearle, se le acercaba y rozaba sus pechos descaradamente por entre su cuello, pretendiendo que cayera en sus redes de lujuria. Cuevas se mantuvo inerte, sudaba mucho sí con cada roce, pero se mantenía firme en su posición de demostrarles a sus libertinos amigos que el matrimonio perfecto si existía.

“Mi mujer ha sido una dama ejemplar” decía, pero su dicción al asegurarlo con cada trago iba empeorando, ya casi veía doble, pero seguía al pie del cañón con las ideas sobre su esposa. Sus amigos en tanto, ya habían caído en la tentación de dos mellizas, bastante viejas, una más gorda que la otra, demacradas, pero qué más daba, si ellos decían “es pal rato, mientras vuelve la señora”. Así Cuevas se quedó solo en la barra, pero feliz para sus adentros: “He conseguido ser fiel” decía. En tanto que la rubia de la entrada se le sentó al lado y no paró en su coqueta y casi vulgar manía de meterlo a su cama. Cuevas le rechazó, contándole sobre cómo había sido su matrimonio, la cena perfecta, el vestido blanco de su mujer y sobre todo, la salvaje noche de bodas. La mujer estaba aburrida y cada vez intentaba besar al hombre, le pasaba sus manos por la pierna y no hallaba cómo cerrarle la boca y plantarle un beso. “Todos me hablan de lo mismo en la primera visita”. “Te equivocas” le dijo Cuevas “yo no soy como ninguno de los tipos que acostumbras abordar”.

El alcohol fue su dulce perdición, atontado por los cuatro shop, el humo del cigarro y la voluptuosa carne que se le acercaba como caramelo a un niño, terminó por sucumbir ante la escotada rubia de la entrada, entre cuentos sobre su señora y quejas sobre el mareo, la mujer lo llevó hasta un cuartucho que quedaba al fondo de un pasillo. El hombre seguía mostrándole el anillo de bodas a la prostituta, pero a ésta poco le importó, se desvistió y en un dos por tres tuvo al cuarentón entre sus sábanas, donde ninguna de sus resistencias daba resultado. “Soy un hombre casado, señorita, por favor quítese de encima” pero no podía despegarse a la insaciable mujer que no paraba de recorrer con sus labios el cuello del sujeto. “Todos los primerizos vienen contando maravillas de sus mujeres la primera noche, pero en cuanto prueban un poco se dan cuenta de las cosas que ellas no les dan en la cama”. “Santo Dios” suspiraba Cuevas, pues fue la noche más salvaje que, al principio si bien se mostró rebelde, chillaba pidiéndole cada vez más cosas a la grotesca mujer.

A la mañana siguiente, Cuevas despertó por el sonido de su teléfono móvil, era su señora, contándole que anoche habían matado un cordero en el fundo de sus padres y comieron asado mientras bailaban unas rancheras. El hombre sólo se limitó a escuchar y balbuceaba respuestas cortas, encañado y abrumado. De pronto vio a su lado a la rubia y como no pudo disimular su sorpresa, cortó la llamada. “¿Qué he hecho?”, se decía a sí mismo mientras se tiraba de los pocos pelos que le quedaban en su cabeza. “Mi matrimonio, mi mujer, cómo tan imbécil”. Se vistió y salió apresurado del antro.

Pasaron las siguientes tres semanas. Todo fue normal, de la pega a la casa y de la casa a la pega. Evitó salir de parranda otra vez con sus amigotes, quienes no podían evitar burlarse de él después de su discurso de buen marido.

A la llegada de su esposa, este la fue a buscar, le preparó comida, hizo el aseo, arregló el cajón de la cómoda de su señora, limpió su colección de cuadros y hasta regó todo su jardín, qué no hizo para expiar el sentimiento de culpa que lo carcomía. Todo estaba en orden, la señora estaba encantadísima de las labores realizadas, parecía todo tan perfecto. Probaron de la comida que su marido tanto se esforzó por cocinar, un buen vino y luego vino el preámbulo de una ansiada noche de pasión desde que la fémina se había marchado al sur. Mientras Cuevas mantenía la reserva, su esposa tomó la iniciativa, quedándose éste perplejo. Era todo tan perfecto, parecía que su mujer no era la misma, la chispa de la lozanía recorría de pies a cabeza a la mujer, de pronto suena el timbre, ¿quién podría ser a las diez de la noche un día domingo?, la mujer se coloca su bata. Al cabo de cinco minutos vuelve a la alcoba. Cuevas entusiasmadísimo por el proceso que le estaba devolviendo la juventud a su relación no podía esperar para seguir en lo suyo cuando entra su mujer con un ademán marchito. “¿Qué pasa mi amor?”, le pregunta urgido por volver a la llamarada en la que ardían.

“Ha venido una mujer rubia, de excelentes proporciones y te ha traído esto, dijo que lo cuidaras tanto mejor que de lo que hiciste con tu personaje de marido perfecto”, era el anillo de matrimonio que tanto hacía que Cuevas se jactara en el sucucho, lo había olvidado en el cuarto de la platinada hace tres semanas sin que se diera cuenta y pasó todo este tiempo hasta que ella por fin consiguiese la dirección para hacer el retorno.

Primer post

Hola:

Los saludo cordialmente en este, mi primer post, antes de hacer mi primera publicación oficial.

Quisiera reiterarles mi bienvenida a éste, mi blog, donde encontrarán un respiro a la abrumadora realidad con cuentos de toda índole... mi primera publicación se trata de un cuento urbano, espero que lo dsifruten y está de más decir que nunca somos demasiado grandes para "cuentear" jeje, así que les dejo abierta la invitación para que me escriban a loscuentacuenteros@gmail.com y sean partícipes del proceso creativo, puedes enviar tu cuento para que aparezca aquí en el blog y hacerte famoso ¿por qué no?. La invitación está hecha así que espero que disfruten este espacio de "cuento realidad".

Saludos!