miércoles, 5 de agosto de 2009

¿Qué es amar?


Después de haber pasado una noche en vela hasta las 9:08 de la mañana, traté de darle respuesta a esta pregunta, pero creo que no conseguí mucho, mas aquí está el resultado, un nuevo cuento para el blog:

¿Qué es amar?


¿Qué es amar? Se preguntaba un joven de no más de 30 años, desilusionado del a vida y del amor. Su único gran amor, con quien estaba seguro de que se casaría finalmente se alejó porque sentía que sus sueños de triunfar en el modelaje eran más fuertes que el quedarse atada a un marido, atenderle, mimarle y conseguir un empleo de poca monta en algún lugar fijo en el cual no lograría explotar su potencial, ni mucho menos sería exitosa.

Abrumado, durante los años que estuvo junto a ella le dedicó todo lo que podía darle. Su sueldo, arrendó un modesto departamento de un ambiente para los dos, trabajaba en algo que si bien no era de su agrado, lo realizó porque la paga le permitía tener ciertas pequeñas comodidades, no obstante, jamás en todos sus años de relación quiso abrazar las chances que le otorgaba su salario en placeres personales. Sin embargo, su mujer no pensaba lo mismo, ella sentía que habían cosas que jamás se debían compartir, y los proyectos de realización eran uno de ellos, por lo que cuando se fue, el hombre quedó tan devastado que pasó meses tratando de explicarse qué era amar. Finalmente y luego de un largo tiempo encerrado, decidió salir por una copa a un bar, cosa que no hacía desde antes de conocer a su ex.

En el bar daba la casualidad de que había muchas personas solas en la barra, al parecer todos tenían el mismo problema que él. Extendió la mano y luego de un tímido tartamudeo, pidió un whisky doble. El hombre del lado le da una palmada en el hombro:

-Venga, hombre, que las mujeres vienen y van, hay muchos peces en el agua como para llorar porque una le pone los cuernos-

-¿Cómo así?- responde el joven.

-Que mi primera mujer me engañó con el compadre Raúl, mi segunda esposa salió lesbiana y la tercera, la tercera es una vieja de mierda que me cambió por su tropel de gatos-.

Al oír esto, el muchacho se espantó, al parecer siempre está latente la teoría de que alguien es mucho mejor que uno, por lo que bebió su whisky y mejor se apresuró hasta otro rincón del antro. Donde había una mujer de un cuerpo como de 20 pero en realidad tenía 50, con un cabello grotescamente platinado que hablaba a boca de jarro, mientras le coqueteaba a un joven de cómo 28:

-A tu edad nadie busca emparejarse, es una lápida, una cruz, es como darse en bandeja a que te encarcelen, yo sé que lo que buscas es probar de todo para que cuando te aburras puedas recién pensar en tomar tu cruz y empezar a cagarla, pero ojo, que tiene que ser con la cartuchona, la santita, porque si te metes con la guarra, nunca tendrás hijos y serás un eterno cornudo, por eso estoy yo aquí—

Definitivamente no había ningún interés por comprometerse en esa mujer, parecía un pájaro libre, a la deriva de los arrebatos huracanados de su impulso, picando en cada nido pero sin comprometerse a proveer ninguno. El muchacho abatido siguió recorriendo el bar, en un lado había una pelea, parecía que dos tipos se disputaban el último tequilazo, no deben tener nada mejor que hacer, nadie jamás los va a esperar, nadie de los de aquí de hecho está por que quieren, si tuvieran un hogar adonde ir probablemente no querrían salir de allí porque no habría nada que buscar.

Cuando estaba a punto de dar un paso afuera escuchaba al aire la última charla de ese extraño lugar:

-Si supieras todo lo que le he dado a esa mujer, se lo he dado todo, quería casa, tuvo casa, quería vestidos, le compré muchos, quería hijos, y como no podía hacérselos yo, le mandé a mi mejor trabajador para que se acostara con ella y resulta que al final los dos andan felices con el mocoso que yo planifiqué-.

Podría ser posible, quizás para ella era tan importante aquello que él no supo entregarle y no pudo por su naturaleza que quizás era preferible salir corriendo. El hombre dio un paso fuera del bar, más deprimido de lo que ya estaba, con la certeza de que nada en el mundo volvería a valer la pena como en aquellos días. Va y se sienta en la banca de la plaza frente al bar, junto a alguien que lee el diario, tapándose por completo su rostro. Él se sienta y suspira al aire, entonces la persona del lado cierra el periódico y le dice entre risas:

-¿Vienes del bar? De seguro te has dado cuenta que está lleno de infelices, por eso me quise salir de ahí, es decir, qué importa si a fin de cuentas nadie ha sabido construir al lado tuyo de par a par, la vida siempre puede darte nuevas oportunidades-.

-Eso es muy raro, porque si sabemos que es tan desechable la cosa, llegamos y nos largamos ala primera complicación-.

-Te equivocas, mi marido no dejó jamás de pegarme, le di todas estas oportunidades de cambiar, le acompañé al as terapias, pero anda a ver tú, que cuando o has intentado todo y el otro no puede más, no estás desechando nada, sino aprendiéndote a amar-.