sábado, 26 de septiembre de 2009

Iquique II (Segunda parte)



Hola lectores:


Aquí les traigo la segunda parte del cuento anterior "Iquique II" espero que les guste el desenlace de esta historia futurista.
Saludos!



Iquique II



Llegamos con Mónica de vuelta al transbordador Baquedano VI. Yo iba muy asustado puesto que la hemorragia de mi brazo no paraba de sangrar. Regué todo el camino con el color escarlata de mis venas. El paramédico que viajaba con nosotros me atendió de inmediato y aplicando lo necesario logró frenar la sangre que ya a esas alturas había alcanzado un color más oscuro.
- Tendré que hacer un análisis rápido para descartar que hayas contraído algún tipo de infección viral -. Sentenció con gravedad.
Me obligó a quedarme en la nave y pidió a Mónica que informara al comandante de lo sucedido. Ella salió raudamente, no sin antes despedirse con una sonrisa acogedora de mí para tranquilizarme de que todo estaría bien y que descansara. Me recosté en el asiento reclinable que me albergó durante el largo viaje desde la estación espacial.
Cerré los ojos por unos segundos y entonces las imágenes del día del impacto volvieron a mi mente con un color tan nítido como si estuviera pasando de nuevo. El día 22 de Diciembre del año 2012 la órbita de la tierra cambió de dirección por el roce en su superficie de un asteroide gigantesco al que los científicos denominaron “Hercolobus”.
La presión del contacto de Hercolobus creó una energía cinética que desestabilizó al planeta y por ende lo movió de su órbita, alejándose un tanto del sol. La presión del asteroide provocó que los sitios en los que había tenido contacto más cercano se destruyeran al instante. La ola de fuego arrasó con ciudades enteras siendo Latinoamérica, Oceanía, el sudeste asiático y África los continentes más afectados. Yo fui un afortunado de sobrevivir, en ese momento me encontraba en la ciudad de Santiago, Chile, rindiendo las pruebas finales para ser admitido en la fuerza aérea de mi país. Cuando ocurrió el impacto fuimos puestos a salvo en una cámara especial construida por la armada chilena debajo de la capital y tras un breve lapso de tiempo fuimos enviados hasta Norteamérica para que la NASA nos diera un curso rápido de inducción que posteriormente se convertiría en el pase de acceso a los proyectos del plan “Earth Survivor” o sobreviviente terrestre, elaborado por la NASA para el día en que la tierra ya no pudiera resistir la vida humana. Así fue como a mis 20 años llegué a la estación espacial Survivor y rápidamente me hice de las habilidades necesarias para integrar el plantel de la misión Latinoamericana de rescate post impacto. Mantuve viva la ilusión durante los últimos meses de poder volver con vida a mi natal Iquique, ver por última vez el lugar que me vio nacer. Cuando supe que la sonda de la Baquedano VI había encontrado vida humana me puse más que feliz, pensé que podía encontrar a alguien que hubiera sobrevivido al impacto, aunque sea para poder compartir el duelo de que nuestros seres queridos quedaran sepultados en ese lugar pero por lo visto sólo quedaba ese esperpento que me atacó.
Fue un dolor muy grande. Toda la vida como la conocíamos cambió en un abrir y cerrar de ojos. Yo pensaba que iba a poder pasar las fiestas de ese año junto a mi familia nuevamente en nuestra casa de calle O’Higgins con la alegría de haber sido aprobado en la fuerza aérea mas todo eso quedó en el pasado y no es más que el agrio sabor de la muerte de toda una vida que siempre conocí.
Abrí los ojos y desperté de aquel infierno, Mónica saltó sobre mí corriendo: - ¡Hemos atrapado al esperpento que te ha atacado! -. Me decía con felicidad. Corrí a gran velocidad para ver el rostro de aquella ulcerada criatura una vez más, lo habían dopado y encerrado en una cápsula de aislamiento para luego ser sometido a los exámenes de rigor.
Pese al color del líquido amniótico y el cristal que lo recubría, pude ver el color marrón de las yagas que cubrían toda su piel. Rugía fuertemente mientras daba azotes contra la cápsula hasta que lo tranquilizaron mediante inducción de anestésicos, sin embargo seguía poniéndose más y más intranquilo mientras clavaba sus ojos con furia sobre mí. Quedé atónito, sus ojos resultaban algo verdaderamente perturbadores mas yo sentía que aquella bestia era un ser humano que podía sentir las mismas emociones que yo y que de seguro compartía los mismos recuerdos negros que el impacto del Hercolobus había grabado en nuestras mentes para siempre.
El paramédico que me asistió fue el mismo que se encargó de realizar todas las pruebas de estabilidad pertinentes para asegurarse de que el individuo se encontraba estable, practicó exámenes completos de sangre y ADN que arrojaron como resultado que se trataba de un humano sometido a la intensa radiación liberada por el impacto y los altos grados de concentración que presentaba la contaminación del aire del lugar, por eso su cuerpo había mutado en algo hostil que le permitiera soportar las adversas condiciones atmosféricas.
Mientras realizaba las diligencias, se aproximó a mí el paramédico para entregarme los resultados de mis exámenes de sangre: - Felicidades – dijo – Hemos descartado todo posible contagio de algo peligroso -. No me sorprendí, seguía maravillado por el relajo que presentaba ahora el sujeto de la cápsula. Pasé toda esa noche que decidimos acampar en la ciudad.
Por la mañana había llegado la hora de partir, sin embargo el comandante cambió inmediatamente el semblante de su rostro cuando intervino apresurado el paramédico con un informe en sus manos. Cuando hubo terminado de contarle sus noticias al oído el comandante me llamó para que los acompañase. Extrañado accedí.
Solos en la cámara en donde se encontraba encapsulado el salvaje, el comandante me pidió que lo mirase bien, lo hice pero sin entender el motivo. El paramédico me extendió el informe de los exámenes que le había aplicado pero aún así seguía sin comprender lo que pretendían decirme.
El comandante puso su mano sobre mi hombro y con malestar me comunicó:
- Arturo, lo lamentamos mucho. Según los exámenes de sangre que le aplicamos y los que tuviste que tomarte tú cuando fuiste atacado hemos comprobado mediante el material genético que ambos son hermanos -.

martes, 22 de septiembre de 2009

Iquique II (Parte I)


Hola:

He aquí un nuevo cuento para el blog. Debido a su extensión he debido presentarlo en dos partes, he aquí la primera mientras que la posterior será publicada en unos días más:



Iquique II


De repente se escuchó el sonido de la nave aterrizar. Eran las 7 de la mañana y mi corazón estaba tan despierto que en cualquier minuto veía que se me salía por la boca en su tamborileo constante e insufrible. “Hemos llegado” gritaba el comandante al resto de los tripulantes de la misión. Nos disponíamos a desperezarnos del incómodo sueño que se concilia en los asientos reclinables de la nave de exploración Baquedano VI para aprontarnos a nuestra misión del día.

- Se han detectado mediante un sondeo que podrían existir sobrevivientes aún en la zona – decía el comandante. – Su misión es encontrar cualquier resto de osamenta humana que puedan constatar en todo el perímetro. La vida de alguien pende de un hilo ahora y es preciso que lo encuentren con la mayor prontitud posible ¿quedó claro? -.

- ¡Sí, comandante! – gritaron los tripulantes a coro.

Me terminé de ajustar el traje para poder salir al exterior, el aire aún se siente pesado y por la carencia de vida vegetal en el terreno es más que obvio que se debe al alto grado de contaminantes flotando de manera microscópica. Me puse el casco y decidí dar el gran paso fuera de la nave, entonces lo vi. Eran las ruinas de una antigua ciudad completamente devastada por el impacto del 2012.

Quedaban edificios aún en pie, algunos escombros de otros tantos reducidos en cenizas y otras ruinas de edificios muy antiguos de madera. Las calles completamente desiertas, no se podía percibir ningún vestigio de vida en aquel desolado basural.

Los demás muchachos de la expedición se aprontaron a recorrer los alrededores, mas yo decidí internarme en lo que parecía una plaza. Me sorprendió que en su centro hubiera estado una torre con un reloj que todavía quedaba en pie, marcaba justamente la hora del impacto de ese día 22 de Diciembre. Las manecillas indicaban las 19:35 pm.

Más adelante quedaba la fachada de un gran edificio blanco, ennegrecido por las cenizas. Sus puertas de madera se vinieron abajo en cuanto hube tocado la manilla de la entrada, el estruendo se escuchó al interior del oscuro edificio y llamé para saber si había alguien ahí dentro pero nadie contestó. Di entonces la vuelta pero sentí que algo se movió entre las sombras del interior, apunté con mi puntero láser y mantuve la posición defensiva:

- ¿Quién anda ahí? -. Grité, entonces se volvió a oír el sonido de que algo se escabullía ahí dentro.

Me armé de valor y me adentré al edificio, se trataba del antiguo teatro de la ciudad. Recorrí el pasillo central por entre las butacas para llegar hasta el escenario, me paré en el centro y desde ahí iba alumbrando hacia todos los rincones para encontrar al responsable del ruido. En ese momento escuché unos pasos detrás de mí que se pegaron a mi espalda y me sujetaron con fuerza, dejando caer la linterna que traía.

Pude ver por el haz de luz que se coló fugazmente que unos brazos humanos me sujetaban. El individuo se comportaba más como un animal salvaje. Al sentir que el rayo de luz lo apuntó directamente a sus ojos se escondió detrás del telón y luego salió a toda velocidad por el pasillo hasta la puerta que había derribado. Me recuperé de inmediato y salí tras él.

Perseguí al andrajoso esperpento por una larga avenida que había servido como paseo en el tiempo en que la ciudad tenía vida. Al final del camino, el monstruo se escondió en los asientos del vagón de un tren urbano de madera que estaba viejo y con las terminaciones metálicas oxidadas. Le obligué a que bajara pero ante su negativa di un salto al interior para atraparlo, se trataba de un ser humano pero con toda su piel ulcerada, sus ropas roídas, el cabello muy largo y sucio y las uñas largas como garras negras. Su comportamiento se asemejaba al de un aborigen siendo encontrado con la civilización por primera vez. Quise acercarme pero me lanzó un garrotazo que le sirvió para mantenerme distraído mientras que de un salto se escapaba del vagón.

Una compañera, Mónica, me gritó desde abajo del vehículo:

- ¿Qué ha sido eso, Arturo? -.

- No lo sé -.Le respondí, mientras bajaba del vagón.

Cuando puse los dos pies en suelo firme mi compañera de misión quedó horrorizada. Le pregunté que si pasaba algo malo, entonces ella señaló a mi brazo derecho, que era con el cual había intentado tocar a la bestia humanoide:

- ¡Estás sangrando! -. Exclamó entre cortado con la voz muy afectada.


Continuará...

domingo, 20 de septiembre de 2009

De vuelta...

Hola!

Sé que he tenido muy botado el blog, es que aparecieron otros proyectos para los cuales tuve que escribir y pues uno como ser humano tiene momentos de bloqueo creativo jeje.

Intentaré colgar cuentos más habitualmente como lo hacía antes y qué mejor que comenzar esta segunda temporada con este nuevo cuento "La reina del Antro" que espero que les guste.

Muchas gracias tambipen para aquellos que me han enviado sus felicitaciones, prometo no decepcionarlos y bueno, para los que visitan el blog por primera vez les doy la más cordial bienvenida.

Rodrigo Bueno.

La reina del antro


"La Reina del Antro"


Las luces de neón bañaban el ambiente en un cálido resplandor fluorescente de colores mágicos. Tonos azules, violetas y purpúreos en combinación con el humo de cigarrillo y la música electrónica de aquel antro creaban una atmósfera nocturna en la cual las almas buscaban el refugio en un lugar ameno para sus almas solitarias, sin saber que ese salto al destino era un paso que seguían dando en la más completa individualidad. Puedes estar rodeado de mil caras alrededor de la pista de baile, sin embargo, cuando llegan las cuatro de la mañana y es hora de regresar a casa, estarás tú, frente a frente, sólo con tu reflejo en el espejo del baño, lavándote los dientes e intentando componer esa horrible cara que el trasnoche bien sabe hacer notar en cada uno de los surcos de tu piel.

Victoria, una muchacha de delgada figura, piel muy blanca, cabellos rubios y rizados hasta los hombros, unos ojos preciosos de color celeste y un jeans ajustado que resaltaban sus caderas tanto como su blusa denotaba sus pechos, estaba de pie en uno de los rincones del antro, con su vaso de ron cola en la mano, tratando de convencer a su amiga Pilar para que saliera a bailar con ella y las demás amigas. La tímida Pilar, que se acomplejaba de su figura más voluptuosa y que parecía sentir vergüenza de beber mango sour insistía en que prefería irse a su casa para terminar viendo alguna película de HBO que alcanzara a pillar desde el principio, al tiempo que devora los restos de algún trozo de torta de su paupérrimo refrigerador.

Los hombres del lugar no paraban de acosar a Victoria mientras esta hablaba con su amiga, muchos de ellos con la picardía de intentar sacarla a bailar. Tras los intentos de disuadir a Pilar en su convicción de abandonar el recinto, Victoria accede a la invitación de uno de sus prospectos para dar rienda suelta a los movimientos de su cuerpo, los cuales se potencian con los delicados tonos de la tenue luz lavanda que bañan la pista. Pilar observa con envidia cómo en el destello de la discoteca su amiga es capaz de ligar tan fácilmente con uno y con otro, es tan codiciada, tan perfecta, tan hermosa que cualquier hombre que la ve bailar se convierte inmediatamente en presa de un deseo morboso de clavar sus ojos en ella y posar sus manos en esas caderas que se balancean hipnóticamente en el trance embriagador del alcohol y la electrónica.

De boca en boca y de mano en mano, Victoria le muestra a Pilar todo lo que ella jamás podría siquiera aspirar. Un mundo sensual, en que los sentidos te transportan al placer más carnal y superficial. Un lugar al que para acceder, debes saber jugar y para jugarlo tienes que tener lo necesario, no un cuerpo en el cual algunas piezas de él se escapan sin control y debes ocultarlo bajo un cinturón que cuesta ajustar.

La princesa Victoria parece poder tenerlo todo en la pista de baile mas nunca un príncipe que la acompañe a su trono por más tiempo que una sola noche. Es asombroso y un placer autodestructivo de Pilar ser testigo del desfile de hombres que llegan a la cama de su amiga: - ¿Será que ella nunca se enamora? -. Para Victoria es un juego en el que el sexo es sólo eso, sexo. Salir a bailar para ella es ir en plan de cacería de la presa que sea capaz de brindártelo ¡ojo! Que ninguna de estas presas se puede repetir, ni retener. – Es tan libre, un alma tan propia de sí misma que jamás podría ser entregada a alguien más -.

- He bailado con ese, me he acostado con aquél, ese de ahí da los besos de tal forma -. Son todo lo que se oye de Victoria cuando está hablando con sus amigas en plan de buscar “ligue”. Esa noche fue distinto, porque después del espectáculo que acababa de dar a los compases del último remix, Victoria no reparó en un hombre moreno, muy alto con rasgos arábigos y unos ojos negros electrizantemente magnéticos. El contacto visual fue inmediato, la agringada princesa se acercó haciéndole un gesto a Pilar de que esperara hasta un poco más para que se fueran y mientras el hombre misterioso bailaba junto a otra chica se paseó por entre medio de los dos meneándose con la sutileza y sensualidad que la caracterizaba. Bastó un ligero coqueteo para que el tipo pusiera sus ojos en ella y le siguiera hasta el centro de la pista. Allí, fundidos en los sintetizadores y el beat de la música y el caleidoscopio de luces de colores sobre ellos parecía como si el mundo alrededor desapareciera. Los dos cuerpos, piel con piel frotándose, mezclándose en el sudor que emanaban sus cuerpos, imantados por esa sexualidad que conectaba irrompiblemente cuando sus ojos se clavaban los unos en los del otro, se convirtieron en un momento mágico en el que el resto del planeta conspiró para dejarlos solos en la intimidad de una burbuja que no existía en el mundo en el que estaban compartiendo.

- ¿Cuál es tu nombre? -.

- Isaac ¿y el tuyo? -.

- Victoria -.

La muchacha se quedó pegada en la profundidad de los ojos negros de Isaac, este se acercó sin ningún temor a su rostro, la tomó con una mano de la cintura con total confianza y bajo la misma seguridad le acarició el rostro con la otra, luego coqueteó con la proximidad de sus labios con los de ella hasta que en un momento en que la presión por besarle se volvió insoportable, Victoria fusionó su boca con la de su amante fugaz mientras que las luces de la pista decayeron como estrellas fugaces en el firmamento.

- ¿Quieres venir a mi departamento a tomar un trago? -.

Isaac le sonrió.

- Espérame, iré a avisarle a mis amigas que me voy -.

Llegó apresurada donde estaban Pilar y las otras muchachas para despedirse desesperadamente. Sus ojos estaban iluminados como los de una niña de quince, al parecer no esperaba que Isaac fuera como cualquiera de sus compañeros sexuales, Pilar se atrevió a decir que inclusive Victoria podría haberse flechado a primera vista de él. El grupo de amigas se retiró de la discoteca, cada una de ellas en soledad.

Victoria llegó en tanto hasta donde le había dicho a Isaac que la esperase pero él no estaba allí. Corrió entre la gente que aún quedaba en la pista pero debido a la oscuridad y el flash de la luz corta movimientos no pudo dar nunca con el rostro de su romántico enlace. Se sentó a esperarlo en la barra, a ver si lo divisaba otra vez pero fue en vano, ya que ni siquiera cuando les pidieron retirarse del local para cerrar le volvió a ver.

Esa noche, la princesa del mundo que parecía tan poderosa por tener al hombre que quisiera en su cama se fue a dormir sola con su corazón destrozado.