sábado, 17 de octubre de 2009

Conectados



Conectados


Sucedió una noche de verano. Telma estaba sola porque su compañera con la que arrendaban el departamento se había ido de vacaciones con su pareja a Brasil por dos semanas. Sería una ardua tortura resistir la vida de ciudad en época estival, donde todos tienen un panorama para disfrutar, menos ella que se queda pegada haciendo zapping en la televisión a ver si encuentra alguna película para ver. Aburrida de su soledad decide probar suerte en internet y entra en una sala de chat bastante concurrida, donde lo conoce a él.

Pasaron varias cosas por la cabeza de Telma mientras hablaba con este desconocido apodado “Killer029”. Sus palabras eran lo suficientemente envolventes para cautivar inmediatamente a Telma, quien al cabo de un par de días ya se encontraba dándole su número de teléfono para concertar una cita, seguramente estaba demasiado en las nubes como para reparar en lo veloz que avanzaba el enlace con un desconocido de quien sólo contemplaba una foto en el avatar virtual de MSN.

La cita fue en un concurrido pero íntimo restaurant de comida exótica del centro capitalino. Él estaba allí con su imponente altura, buena ropa y una fragancia cautivadora que llevaron a Telma, la solterona que llevaba un año sin encontrar pareja después de su último gran amor, a una órbita que giraba en torno solamente hacia él. Fue una cena de ensueño, en la que su galante caballero coqueteó y le tomó de la mano. Al irla a dejar hasta su departamento casi le roba un beso, que se lo dio rozándole el labio por el lado.

A la mañana siguiente amaneció en la puerta del departamento de la cibernauta un hermoso ramo de rosas rojas y una tarjeta: “Espero la hallas pasado tan bien como yo, te veo más tarde”. La suculenta tentación que despedía esa frase resultaba magnética e irresistible. Telma se alistó con su mejor tenida para acudir a su trabajo en la tienda y a las seis cuando cerró estaba él esperándola. ¿Cómo supo dónde trabajaba? Fue fácil, pues ella lo mencionó en la conversación de la noche anterior y él con su memoria de elefante se dedicó a buscar por planos.cl la dirección exacta. La llevó a un paseo romántico por el parque y luego a ver las luces de la capital desde un mirador. La sensualidad de la noche le permitieron a “Killer029” a ganar proxémica y acabaron besándose. Más tarde, cuando la fue a dejar nuevamente fue una despedida con mucha piel pero esta vez un poco más estrecha que la anterior.

Al día siguiente, Telma asumió que debía quedarse en casa para recibir a su amiga que llegaba del viaje, mas la insistencia con la que su amante virtual le pidiera que el encuentro tenía que ser hoy porque él ya había preparado la sorpresa hicieron que Telma abandonase a su amiga y una tarde recreativa juntas viendo las fotos para acudir donde su manipuladora pareja.

Él había rentado un cuarto en el motel más caro de la ciudad y le había decorado con pétalos de rosas. Además pidió servicio a la habitación, con champagne y una tabla de quesos muy finos. El ambiente era cálido y lujurioso, lleno de complicidad que si viene cierto era demasiado prematura como para originarse. Telma estaba algo recelosa pero los encantos de su acosador y la presión de este por tener intimidad hicieron que ella cayera fácilmente, aún cuando le pidió que no siguiera con las caricias tan íntimas aún. Esa tarde, por insistencia de él acabaron enredándose en las delicadas sábanas de aquel cuarto, del que si viene cierto, nuestra protagonista salió con una sonrisa de oreja a oreja, no dejaba de pensar que quizás era demasiado rápida la relación.

Pese a los reclamos de su amiga por dejarle sola, Telma estaba soñando con “Killer”. Sentía que él la comprendía y la hacía sentir viva nuevamente, que se preocupaba de ella con detalles íntimos desde el principio y sentía una misteriosa y rápida complicidad con él que no podía explicársela pero que la hacía sentir agasajada. Ese día quiso reivindicarse con su amiga pero recibió un sobre por debajo de la puerta, era una invitación de él para que pasaran el fin de semana juntos en un spa a las afueras de la ciudad. Sin pensarlo, Telma empacó y partió con él.

Fueron unos días maravillosos donde ella se sentía tan querida y deseada. Sin embargo, cuando la fue a dejar a su casa después del viaje de regreso, llegó la oferta del señor. “Killer” le ofreció a Telma un compromiso formal pero que debía irse a vivir con él lo más pronto posible. Telma rechazó la propuesta debido a lo intempestiva que le pareció y entonces la mirada de aquel noble caballero se convirtió en fuego y azufre.

Durante los días siguientes, Telma creyó que la relación tendría freno por la frustración pero en realidad su amor virtual se empecinó en empapelarla con peticiones y ruegos. Telma se molestó con él y discutieron a causa de lo asfixiante que esto se tornaba, entonces él intentó forcejearla en la calle, justo afuera del edificio en que Telma vivía. Su amiga y pareja de ella acudieron en su rescate cuando regresaban del supermercado y “Killer” se dio a la fuga refunfuñando.

En el departamento, Telma fue convencida de que era mejor alejarse de ese hombre debido a su extraño comportamiento y afán por llevársela a vivir con él. Ella estuvo evitándolo durante los próximos días y por teléfono puso final a la relación, aunque él se esforzaba por sonar apenado y bastante ofendido por el trato que estaba recibiendo, finalmente lanzó una frase escalofriante: “Te vas a arrepentir, ya verás, llegarás rogándome que te ofrezca mi techo”.

Pasaron los días y Telma estaba bastante preocupada por el tenor de las últimas palabras de su enamorado pero intentó ser fuerte y olvidarlo. Como no llamó más, decidió a los meses retomar su vida amorosa y empezó a verse con un compañero de trabajo. Salían a cenar y a bailar pero siempre como amigos, jamás recibió Telma insinuaciones tan directas como las de su anterior relación, lo que la hizo sentirse cómoda y no presionada, sin embargo, no reparó en que alguien la observaba desde las sombras y atizado por las brasas de la venganza, decidió colarse una noche en que el departamento de Telma estaba vacío y apilando todas las cosas de ella en el centro del living, las roció con gasolina y las hizo arder, consumiéndose por completo.

Las llamas alcanzaron cierta parte del departamento pero la oportuna acción de bomberos impidió que se extendiera hacia otros inmuebles. Telma estaba desconcertada cuando llegó con su acompañante pero lo peor fue cuando su amiga la llamó para ver lo que habían encontrado entre las cenizas. Era un ramo de rosas rojas con una tarjeta y una cajita que en su interior guardaba una llave con una cadena: “Te lo dije, tarde o temprano llegarás hasta mí pidiéndome un techo. Ahora estás encadenada a mí”.

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