domingo, 25 de octubre de 2009

La última prueba



La última prueba


Cierto día, alentados por las historias que giraban en torno al viejo edificio de la escuela de Derecho, un grupo de estudiantes que estaban desvelados estudiando para un examen al día siguiente decidieron dar rienda suelta a su curiosidad y desafiar los refranes populares intentando acercarse al oscuro y viejo edificio que estaba en el rincón menos iluminado y transitado de la universidad. Eran tres amigos que deseaban demostrar su hombría probando estar en el sitio donde se habría suicidado un ex alumno de la carrera luego de reprobar su examen de grado, ahorcándose en la sala de clases en la cual habría sufrido el desastroso fracaso.

Luis, uno de los muchachos, iba grabando toda la travesía con su celular, haciendo mofas de cintas como “Las brujas de Blair”, mientras que Manuel y Federico hacían ruidos y echaban risotadas de la aventura.

Al llegar a la puerta principal del edificio decidieron acercarse con sigilo sin que los viera algún guardia y al comprobar que la puerta estaba sin llave se aprontaron a entrar. Para su desgracia, las luces no encendían al interior, lo que le añadió un toque de misterio al asunto.

Recorrieron el pasillo central alumbrados por la pantalla del celular, iban abriendo las puertas de los alrededores hasta que llegaron a la sala principal donde se habría dado lugar al suicidio.

La luz anaranjada de la calle se colaba de forma siniestra por las ventanas y el blanco de las paredes creaba una atmósfera abismante. El silencio no ayudaba mucho a escapar del agobio que producía estar en ese total silencio en que los tres se quedaron, enfocando hacia todos lados con detención. Justo en ese momento, Luis tropieza con una de las sillas y el estruendo no tarda en asustar a Manuel y Federico que salen corriendo sin entender por qué.

Solo, Luis se repone y se aproxima para coger su teléfono y salir corriendo, pero en ese instante escuchó como la puerta de la sala se cerró impulsada por una extraña fuerza. Fueron en vano sus intentos por abrirla y golpeaba con desesperación, esperando a que se tratase de una broma de sus compañeros. Al cabo de un momento se abrió y emprendió la carrera por el pasillo pero tuvo que dar vuelta la mirada cuando vio que de una de las oficinas se colaba la luz por debajo. Encendió nuevamente su celular y se aprontó con cuidado para escuchar lo que venía del otro lado. Su curiosidad lo impulsó a abrir impetuosamente la puerta pero no había nadie en la oficina, mas un montón de papeles estaban desparramados sobre el escritorio. Al leerlos, se trataban de algunos apuntes varios sobre procesal y juicio ejecutivo.

Se oye otro estruendo por el pasillo y entonces se apaga la luz de la oficina. Luis se esconde detrás del escritorio y al parecer se trata de pasos de zapatos que retumban en el eco del silencio nocturno. Se dan una vuelta y luego otra hasta que se detienen, entonces Luis intenta asomarse un poco, percatándose de que no había nadie y entonces salió sigilosa pero rápidamente.

A la mañana siguiente, ni Manuel, ni Federico llegaron a dar el examen y Luis esperó hasta muy tarde por ellos afuera de la sala. Todos sus compañeros de clase se retiraron y finalmente los profesores y académicos. En la espera, Luis o había reparado en revisar el video de su móvil, allí fue donde un hielo escalofriante recorrió sus tripas y se alojaron en su agolpado corazón.

En el video aparecía escrito en la pizarra de la sala de clases: “Juicio ejecutivo” y su respectiva explicación. Pregunta que se dice habría sido la que fue causal de la reprobación del alumno suicida. Luego, en la caída del artefacto, se puede ver que se enfoca rápidamente en una de sus vueltas la silueta de un ahorcado y finalmente, para rematar, en la parte del interior de la oficina de los apuntes, se escucha entrecortado en el audio la voz de un joven paseándose por afuera de la oficina, repasando una y otra vez la materia que provocó su reprobación.

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